Hace unas semanas, Beatriz de Voilá Deco Shop nos enseñaba el homenaje que había hecho a sus padres a raíz de hacer el curso online de Diarios de familia de Bea Gaspar. Nos quedamos con ganas de más, de saber cómo ha podido influir en otros alumnos este curso para recuperar el valor tradicional de las fotos familiares. Así que preguntamos a Mirin y Nerea, que sabíamos que habían hecho el curso, si compartirían también su historia.
Mirin pertenece a la “primera promoción” del curso de Bea, y Nerea a la edición especial que se celebró el verano del 2019. Las dos ya eran amantes y aficionadas a la fotografía antes de hacer Diarios de familia, pero su forma de verla y vivirla cambió en cierta medida tras su paso por él.
Nerea y su diario de verano de 2019
“Diarios de familia llegó a mí en un verano diferente; iba a decir duro pero después del coronavirus ya todo se relativiza. Pero digamos que era un año donde mis vacaciones se iban a limitar a un lugar de mi infancia en el que jamás había tenido una larga estancia a solas con mis hijos. El diario hizo que yo pudiera fotografiar instantes cotidianos sin pensar en el mobiliario o “lo Pinterest” que podría ser, sino en la escena, los personajes y la luz.
“¡¡Qué peligro tienes Bea!! Conseguiste que me pasara las siestas observando a mi hija subiendo la persiana con cautela y queriendo guardar esos momentos tan especiales. “
Nerea de @peinetapintxos
De repente también me reté a poder tener fotos que fueran un remember de nuestra infancia; esos encuadres y paisajes donde las personas son la esencia. Poder replicar fotos de mi primo y mías con mis hijas fue un reto emocionalmente fascinante. Fotografiar escenas que de mayor recordasen a mis hijos momentos puntuales de su vida o cosas tan sencillas como: “tenías un perro de madera que se llamaba Lola y que, a pesar de haberlo dado en herencia a tu prima, aquel verano lo secuestraste vilmente”. O simplemente que vean una imagen y les recuerde a un lugar y momento familiar.
Hay que saber mirar detrás del objetivo con esa creatividad que te transmite Bea. Para ello me fascinaron los recursos de ver a otros artistas o películas; ahora cuando veo algunas pelis no paro de decir en algunas escenas “menudo fotón”. Disfrutar de la fotografía y saber que un diario de familia es eso: gente, escenas cotidianas, luces y sombras, luego tú decides tu mirada. Yo tengo cada vez más definida la mía. Me gusta crear fotos que recuerden momentos, lugares e instantes bajo mi particular mirada. Me gustan los reflejos en los cristales, que los lugares o personas aparezcan mediante el reflejo.
Yo confieso que disfruto con los retratos; poner mi objetivo de 50 y poder captar esa mirada, ese pelo mal puesto o ese gesto tan de ellos. Para mí no fue un curso práctico para aprender a hacer fotos, sino uno donde reflexionar sobre qué buscas en cada foto y cómo puedes lograrlo. Sencillamente inspirador. Ahora me queda dominar el ISO, la velocidad, obturación, ¡jajaja!, pero eso es otro cantar. Mis álbumes familiares o fotos están llenas de escenas y recuerdos que mi cámara ha robado con cariño.”
“Esta foto es de mi vista preferida de Granada, y verla reflejada en un espejo cerca de mi hija significa que, de alguna manera, le llegará la pasión por esa ventana tan particular que supone para mí esa ciudad” .
Nerea de @peinetapintxos
Mirin y su primer Diario impreso
Sabía que Diarios de familia me removería. Bea tiene esa forma de expresarse que hace que mires adentro. Tanto en sus fotos como en sus palabras consigue llevarte a lugares con significado. El curso es como un recorrido por los recuerdos, pero también una clase magistral de dar sentido a lo que fotografiamos.
Me gustó especialmente su forma de contar cada foto al detalle; su manera de contar lo que estaba pasando en ese preciso instante en el que disparó con su cámara. Ese es el poder de la fotografía: llevarte a un momento concreto y recordarlo justo como si estuvieras ahí, evocarte olores, oír los sonidos que rompían el silencio, hasta notar la temperatura exacta de ese momento, a veces.
El retrato es mi género fotográfico preferido; creo que es donde mejor me expreso. Las miradas son mi inspiración y me gusta observar y disparar justo en ese momento en el que los ojos, lentamente, se van acercando a mi objetivo. Captar un primer plano que cuente una historia por sí solo me cuesta, pero desde que hice el curso intento contextualizar la foto incluyendo elementos del entorno que me cuenten algo más acerca del momento, además de la expresión y el rostro.
“Creo que lo que aprendí en el curso es a dar significado a nuestras fotografías de familia. Dotarlas de contexto y de contenido para que, después, con los años, conformen nuestros recuerdos más especiales.”
@mirinclos
Esta foto, por ejemplo, la tomé un día de confinamiento. No nos dio tiempo a cocinar más que unos espaguetis para comer, eso sí con un buen chorro de aceite de oliva, el de nuestros olivos, el que prensamos después de un largo día familiar recogiendo las aceitunas en el campo de olivos de mi abuelo. Valentina por esa época de confinamiento estaba totalmente asilvestrada, ¡jajaja!, nosotros teletrabajábamos los dos y Elna estaba con sus deberes, así que los dos peques andaban un poco a sus anchas por la casa y por el patio. Como ya empezaba a hacer calor la llamábamos Mowgli porque andaba en braguitas todo el día, tanto dentro como fuera de casa. Ese retrato me recuerda a esos días, de pocos formalismos, ella comiendo con los dedos y chupando los espaguetis como hemos hecho todos alguna vez…
Me encantan sus manos llenas de aceite, y me gusta la punta, totalmente imperfecta, que tiene en el flequillo, porque se lo corto yo y siempre le acaba quedando alguna punta más larga que la otra. Y el arañazo de la nariz es de Eevee, la gatita que llegó a casa de los abuelos en pleno confinamiento. Así que, aunque sea un retrato, la foto me cuenta y me recuerda un montón de cosas de esos días; me lleva de nuevo a esos momentos tan complicados pero tan sencillos a la vez.
Por otra parte, para recordar hay que poder ver esas fotografías, imprimirlas y darles vida fuera del ordenador. Por eso empecé también este verano nuestro propio Diario de familia. Se va formando poco a poco, cuando puedo dedicarle tiempo, pensarlo y escribir los pies de foto que me ayuden a conservar aún más los momentos.
Os dejo algunas imágenes de nuestro diario:
Gracias, Mirin y Nerea por compartir este trocito de vuestra historia personal y de la historia también del curso Diarios de familia. Estamos convencidas de que puede inspiraros a la hora de retratar y guardar vuestros recuerdos familiares. Y si también habéis pasado por este curso, ¡estamos deseando conocer vuestra historia y cómo lo habéis aplicado!