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Historias H!C

Rutinas creativas: Coco Dávez

Descubrimos las rutinas creativas de Coco Dávez y su trabajo hacía la búsqueda de inspiración y la gestión de las crisis.

Rutinas creativas: Coco Dávez

Nos hace mucha ilusión que las primeras rutinas creativas que compartamos de este año sean las de Valeria Palmeiro, más conocida como Coco Dávez. Artista a la que admiramos, y que desarrolla su carrera a través de la pintura, como fotógrafa y directora de arte.

Coco Dávez. Artista.

Con los años me he dado cuenta de lo mucho que necesito y disfruto la rutina. Comienzo y cierro el día paseando de casa al estudio y del estudio a casa con Helio, mi perro. Pasear es mi meditación más accesible al ritmo frenético de los días.

Al llegar al estudio siempre me hago un café o una infusión, y después paso a ver qué tengo pendiente en la agenda o a hacer listas por importancia de tareas. Hacer listas es uno de mis placeres (o manías); poder enumerar para visualizar todo lo que tengo que hacer ese día, y el placer de ir tachando. Supongo que me resulta motivador coger el rotulador verde con el que doy por finalizada una tarea.

Siempre intento quitarme las obligaciones burocráticas o los emails por la mañana, así como las reuniones.

Me guardo el mediodía siempre para la fotografía; me gusta disparar con luz natural, al igual que pintar (aunque esto último no siempre se puede ya que el proceso es mucho más lento). Diseñar, pintar o dibujar ocupan el mayor espacio de mi jornada. Si son encargos de mi galería me pasaré el día pintando lienzos mientras escucho podcast o audiolibros, y si la obra debo hacerla en soporte digital tiro más de música; no sé muy bien a qué se debe esa diferencia, aunque algún podcast cae de vez en cuando.

A la hora de comer es cuando suelo escribir mis textos o entrevistas para futuros episodios de Participantes para un Delirio, mi podcast. Intento comer pronto, sobre las 13:00, porque me he dado cuenta de que así aprovecho mucho mejor el día y tengo más energía. Cuando comía sobre las 15:00 o 16:00 me costaba muchísimo remontar después, y ya no te digo en verano.

Las tardes las dedico a seguir pintando a menos que tenga grabación, en cuyo caso a eso de las 18:30 llegará el o la invitada. La grabación durará una hora y media aproximadamente; días después, paso a corregir el episodio, a hacer las creatividades, los soportes para redes y la edición final. Es cierto que si tengo mucho volumen de trabajo suelo coger ratos del fin de semana para adelantar este proyecto.

Y todo esto que te cuento, en un escenario ideal donde tengo mucha energía, motivación y ganas, que son pocos días.

Viviendo a toda prisa una no puede estar pletórica 24/7, pero es cierto que desde Navidad he cambiado el chip; el cuerpo me frenó y me asusté, y desde entonces intento tomarme todo con más calma, aprendiendo a decir que no, a hacer balance entre lo que necesito y lo que no me hace feliz, al autocuidado.

Antes me pasaba horas intentando dar con una idea y trataba de redimir la culpa por no mantenerme creativa echando muchas horas en el estudio, cuando en realidad ese acto es absurdo.

Por supuesto que trabajando nacen grandes ideas, pero muchas veces en la distracción vas a dar con la inspiración; o cerrando el ordenador, guardando el móvil y saliendo a pasear, a visitar un museo, a coger ese libro que tanto estás disfrutando o esa serie que tanto te hace reír. Es necesario parar aunque nos quieran hacer creer que cuanto más productivxs, más éxito tendremos.

El éxito es vivir en calma y poder disfrutar de esas pequeñas cosas que nos hacen felices.

Soy un alma nocturna. Hace años me quedaba hasta altas horas de la madrugada trabajando, pero me di cuenta de que si quería pasar tiempo con mis amigos, mi pareja, mi familia, mi perro, igual era mejor cambiar la técnica; así que intento hacer todo lo que te contaba antes, con un horario marcado dentro de cierta flexibilidad (¡que para eso soy mi propia jefa!).

Y cuando por la noche empieza a llamar a la puerta la inspiración, lo que hago es apuntarlo en mis infinitas notas del móvil o el cuaderno más cercano; apunto y sigo con esa cena, esa charla, esa peli o ese libro.

Y al día siguiente intento llevarlo a cabo o guardarlo para cuando me haga falta. Cuando llega esa idea o ese tema sobre el que quiero escribir de manera inminente intento hacerlo en ese preciso (y precioso) instante, porque sé que esa fórmula luego no volverá, esa manera de construir, esa frase, ese adjetivo…

Antes siempre estaba con los cascos puestos, pero desde hace unos meses mi cabeza y mi cuerpo me piden silencio. Así que, como te decía, en casos puntuales conecto la playlist del mes (hago playlists cada mes porque me transportan a esos momentos concretos; es una manera de ordenar mis recuerdos) o el podcast de turno, y lo disfruto mucho más todo. 

Y, por supuesto, hago todo esto en periodos de mucha creatividad o de crisis. Si justo estoy pasando por uno de esos baches, intento conectar más que nunca conmigo misma, cogerme unos días para pensar, llorar o lo que me pida el cuerpo, escribir sobre lo que siento, sobre lo aprendido en terapia, leer, estudiar, investigar e intentar hacer cosas nuevas que nunca he probado.

Cuando miro atrás, las épocas de estar pletórica no fueron mucho mejores que las de crisis, y desde luego sí que fueron menos interesantes; en una crisis no paras de aprender aunque en ese momento, a veces, no seas tan consciente.

Y, por supuesto, intentar aburrirse de vez en cuando, y sostenerlo, es una de mis técnicas favoritas para alimentar la creatividad.

Gracias Coco por compartir tus rutinas y tu forma de ver la vida a todo color con nosotras y con toda la comunidad de Hello! Creatividad.

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