ALERTA SPOILER. Si no has visto la película aún, te recomendamos que lo hagas antes de leer este post.
Una de las cosas que más me gusta ver, para sacar inspiración y tener nuevos puntos de vista en fotografía, son películas. Muchas veces la búsqueda de esa inspiración no es ni siquiera intencionada, sino que simplemente llega y las ideas, los planos, la luz va dejando huella en nuestra cabeza y, sin pensarlo y de forma automática, plasmamos toda esa inspiración un día en nuestras fotos.
El cine es, sin duda, una fuente inagotable de recursos para fotografía y por eso, y para todos los que también sois amantes de la fotografía como yo, que sois muchísimos en Hello! Creatividad, queríamos comenzar esta sección de análisis fotográfico de películas. Elegiremos de vez en cuando películas que nos hayan gustado por diversas razones pero que, sobre todo, nos hayan enamorado por su fotografía.
No van a ser análisis muy profundos, pero sí con algunas pinceladas de cosas que veo interesantes y que me gustaría que os animen a que miréis las películas con otros ojos, que veáis todo lo que pueden aportarnos a nivel fotográfico y que les encontréis nuevos significados. En estos post, invitaré a dos personas a que compartan con nosotros sus dos escenas preferidas de cada película, para que esto no sea sólo cosa mía, sino algo más abierto.
La primera película no podía ser otra que Call me by your name, ya que ha sido la que nos ha servido de inspiración para los Summer Camps de este año. Para este verano buscábamos algo tranquilo, no nos imaginábamos un verano frenético, sino reposado, muy de no hacer nada pero a la vez mucho. Un verano para disfrutar sin prisas y donde el aprendizaje forme parte de esos momentos de desconexión que tanto necesitamos.
“Call me by your name es un canto al primer amor, a la sensibilidad, al debate, al enamoramiento, sin prejuicios, sin culpa, poniendo en juego todos nuestros sentidos.” — Andy Monasterio
La película me enamoró por completo la primera vez que la ví: la historia llega muchísimo porque, de alguna manera, nos vemos un poco reflejados en esos amores de verano de juventud, pero enamora indudablemente también por la fotografía, las localizaciones, la puesta en escena, la música y su luz. Hace que quieras estar ahí, disfrutando de ese verano de 1983 lleno de primeras veces.
Es una película donde el ritmo es lento, para que puedas disfrutar de ella sin prisas, como debería ser siempre en verano. Todo sucede alrededor de una espectacular casa de campo en un pueblo perdido del norte de Italia. Una casa que nos hace soñar y que es el nexo de unión entre todos los personajes, el lugar donde comienza todo y donde se va sucediendo la historia…
“Hay muchas imágenes evocadoras: las ventanas, utilizadas como un modo de comunicación, los bañadores mojados que nos muestran el verano, las bicicletas como símbolo de libertad, y los libros siempre presentes durante toda la historia.” — Andy Monasterio
Cada estancia tiene su historia y su protagonismo: la cocina, donde siempre vemos a Mafalda, la persona que trabaja para ellos, cocinando o preparando desayunos. Los dormitorios, donde se lee, se estudia, se duerme, se disfruta…
El salón donde ven la tele con amigos, leen un libro en familia, tocan el piano, celebran… El baño, cómplice de sus historias de verano. La biblioteca, donde trabaja el padre y en la que, además, siempre se tiene mucho en cuenta lo que sucede fuera de plano a través del reflejo del espejo.
Las escaleras, que unen las zonas comunes con las habitaciones y que sirven de nexo de unión entre las historias que suceden en el piso de arriba, en el que nunca aparecen los padres, y en el de abajo, con escenas más familiares y de convivencia. Juegan mucho con los planos picados y contrapicados para intercambiar los puntos de vista de un piso y otro, y las ventanas juegan un gran protagonismo en la historia.
Se siente que es una casa muy disfrutada, llena de detalles que hablan de la familia y de la historia que llevan detrás. Se nota que los padres son disfrutones, les encanta tener siempre en casa a amigos tanto suyos como de su hijo, su mesa está siempre llena, hay mucha vida en torno a la comida y la bebida aunque sin mucho protagonismo. Es una familia con una gran complicidad y mucha libertad.
Cuando contamos historias con nuestras fotografías es importante tener en cuenta todos los pequeños detalles que forman parte de nuestro día a día, que pueden añadir información sobre cómo es el lugar donde vivimos o pasamos las vacaciones, nuestros gustos, cómo somos… Las casas cuentan muchas cosas sobre nosotros y es importante y bonito que quede reflejado en fotografía. También las relaciones entre las personas para conocer más sobre la historia de cada uno. Hablamos mucho de ello en el curso de Diarios de familia.
“La fotografía de Call me by your name es brillante, cuidada y luminosa, y nos traslada a un pueblo del norte de Italia, durante el verano de 1983, en una casa de campo decorada con vestigios del pasado: estanterías llenas de libros, sofás de terciopelo, un piano y antigüedades.” — Andy Monasterio
Más cosas sobre la fotografía de Call me by your name:
— El color es una de las claves para mí de que todo funcione, y en esta película en concreto está muy estudiado. Los colores protagonista son, sin duda, el verde y el azul, que lo invaden todo.
Comenzando por el verde del paisaje, el jardín de la casa, la alberca, las piscinas naturales y todo lo que les rodea; pero que también vemos en muchos detalles interiores como sofás, la cama de Elio, lámparas, ventanas, puertas, y en la ropa y uno de los bañadores de Oliver. También en el tren, al final de la película, y en el coche.
El azul es el otro color protagonista, muy presente en la ropa de todos los personajes. Si os fijáis casi siempre suelen llevar algo azul: camisas, polos, pantalones. También podemos verlo en sábanas, en el mantel, pero es también el color del baño e incluso la iluminación que se da a determinadas escenas de interior. El otro coche que tienen es azul. Tienen dos: uno verde y el otro azul.
Hay escenas completamente azules, como cuando hacen las paces cuando van de expedición con el padre: Elio lleva polo azul de rayas horizontales, Oliver camisa azul de rayas verticales y se enmarcan en un plano frontal, con el paisaje azul de fondo. O la escena del autobús cuando ambos se van a ir de viaje: todo es azul (el autobús, la ropa del padre, de Elio, de Oliver, incluso del conductor que aparece en escena también).
En muchas escenas el juego entre verde y azul es constante, como en la escena de despedida en la estación de tren, donde Oliver lleva polo verde y Elio lleva la camisa azul que le regaló Oliver.
Hay otros tres colores que rompen constantemente la armonía de verdes y azules: el rojo, el naranja y el amarillo, relacionados en muchas ocasiones con el deseo.
Los colores y cómo están tratados en nuestras fotos dicen mucho sobre ellas y sobre lo que queremos contar. Otro elemento a cuidar y tener mucho en cuenta, tanto en lo que sale en las fotos como en la forma de editarlo.
El director juega mucho con los desenfoques entre personajes y escenas. No solo como recurso en una escena única, como los diálogos entre Elio y Oliver, sino que en muchas ocasiones habla de lo que está sucediendo en primer plano, pero también de lo que está sucediendo en otra escena detrás.
Este es un recurso que podéis ver mucho en mis fotos y que probablemente beba de todo este tipo de escenas que vemos en las peliculas.
— Enmarcar a las personas. A lo largo de la película vemos cómo los personajes quedan enmarcados en puertas, ventanas o marcos naturales. Dentro de la casa es una constante ver cómo entran y salen de las estancias y verlo todo desde la distancia, encuadrando las escenas y poniéndolas en contexto.
— Poner en contexto y dar protagonismo a los paisajes es otro recurso constante en toda la película, donde podemos ver a Elio y Oliver a escala pequeña para poder ver dónde se encuentran, contextualizar las escenas y disfrutar del paisaje para que nos haga llegar un poco del encanto de la zona en la que están.
Tenedlo en cuenta también para vuestras fotos. No hagáis sólo planos cerrados o medios, recordad que es importante utilizar planos abiertos donde se pueda ver dónde estáis y se perciba el ambiente.
— Jugar con diagonales. Por cómo se sitúan los personajes, la perspectiva del plano, las líneas… las diagonales aparecen a lo largo de toda la película.
— Primeros planos en miradas y detalles. Para enfatizar un determinado momento o sentimiento, en el caso de las miradas, o para añadir información a la historia, en el caso de los objetos como el cassette y los cascos que siempre acompañan a Elio y que nos recuerdan la importancia que para él tiene la música, sus dedos en el piano, el huevo pasado por agua del desayuno…
— Utilizar los planos para demostrar su posición en la relación. La figura de Oliver aparece en muchas ocasiones con un ligero plano contrapicado: así es como le veía Elio. En cambio, en la primera ocasión en la que Elio parece llevar la riendas de una situación (cuando está tocando la guitarra y a Oliver le gusta) él está en plano por encima de Oliver y este aparece tumbado en el suelo. Los planos se utilizan para marcar quién domina la situación en cada momento, o quién se siente superior o inferior.
— Personajes secundarios. A lo largo de la película hay muchos personajes secundarios que ayudan a contar la historia, pero hay dos que, para mí, son especialmente importantes: Mafalda, la persona que lleva la casa y cocina, y el otro hombre, del que, creo, no se dice el nombre, o no lo recuerdo, y que también se ocupa de cosas de la finca y la casa (el jardín, recoger fruta, arreglar bicis, tareas de mantenimiento). Son dos personas que salen a lo largo de toda la película de manera muy discreta, y que dicen mucho sin apenas decir nada.
Acordaos también en vuestras fotos de contar con todos esos “personajes secundarios” que forman parte de vuestra vida y de vuestra historia, y que son importantes para vosotros.
La película da para muchísimo, es difícil elegir qué contar, pero el post sería infinito, así que aquí termino mi primera parte y ahora doy paso a nuestras dos invitadas al post de hoy:
Andy Monasterio y Laura Donada, a la que muchos conoceréis por ser la voz y parte del alma de Picapino Carpintería. Las tres nos hicimos muy “fans” de la película y durante unos días hablábamos mucho sobre ella, así que no se me ocurría nadie mejor para hablar de las dos escenas que más les habían gustado y por qué.
Pararse a analizar por qué una escena te gusta o te llega tanto es un ejercicio fotográfico muy necesario para luego tratar de plasmar lo mismo en nuestras fotos. No es lo mismo, pero pensar qué funciona, y por qué te gusta tanto, quizá te lleve a buscar algo de todo eso en tus fotografías. Pueden ser los planos, el sentimiento, la luz, los colores, la atmósfera, las metáforas… Seguramente sea todo y no todo lo puedas controlar siempre, pero algo te queda.
Andy Monasterio
A nivel visual hay dos que no puedo no mencionar: el encuentro en la fiesta del pueblo y el camino en el autobús.
La escena del baile nos sitúa en una fiesta en la plaza del pueblo, al aire libre y bajo una guirnalda de luces.
Las escenas transcurren entre la pista de baile, con luces de colores y humo, y un grupo de jóvenes sentados alrededor; los planos se centran en las miradas que se cruzan y en la manera en que los jóvenes fuman y beben con cierta avidez, pero sin experiencia, delatando esas “primeras veces”.
La música nos transporta a la década de los 80, de los bailes abrazados al son de Lady, lady, lady, y la escena se centra en una pareja, que nos transmite ese encuentro y a la que todos observan.
El DJ aparece, la música cambia (nuevamente como protagonista de una escena) suena Love my Way, la cámara enfoca los pies de Oliver, en concreto sus calcetines y sus Converse. El director realiza la toma en conjunto, en un mismo plano sin cortes de plano y contraplano, y deja a los espectadores fuera de la escena.
De esa manera, los enmarca y la pantalla se llena de jóvenes bailando juntos. El director busca la complicidad, ellos se acercan y se alejan, transmitiendo la sensación de que quieren bailar contigo, que bailes con ellos. Elio se acerca a la cámara, la toma es en contrapicado y nos dedica su baile.
La otra escena que recordé sin ver nuevamente la película es cuando Oliver deja el pueblo y, junto a Elio, inician un viaje en autobús.
El viaje comienza, parten de la plaza del pueblo, van acompañados de otros pasajeros, esperas algo de ese momento y de ese viaje que nunca sucede, solo hay miradas de complicidad y sonrisas. De repente, el director realiza una transición y la escena cambia por completo.
La cámara enfoca un camino por un bosque, como si el recorrido se viera desde el autobús, transmitiendo una sensación de libertad. La escena se llena de un bosque verde, de naturaleza y de música. La canción Mystery of Love, compuesta especialmente por Sufjan Stevens para la película, lo invade todo, toma un protagonismo y hace que la música y la película sean un todo.
En esta escena la realidad se confunde con una ensoñación, el paisaje invita al disfrute y las imágenes nos permiten acompañar a los protagonistas en su ansia por vivir su relación con libertad.
La canción sigue sonando y aparecen en primer plano Oliver y Elio. Van gritando, llamándose por sus nombres, subiendo hacia una colina. En un mismo plano, la cámara comienza a girar y la toma se detiene ante una cascada. Esa imagen funciona como un telón de fondo, que completa todo el plano.
El sonido del agua se mezcla con la música y los gritos de Elio y Oliver, fundidos con la naturaleza del paisaje. La escena es hipnótica, envolvente, transmite libertad, arrojo y la canción puede sonar en tu mente para siempre.
Estas dos escenas no están relacionadas, pero me transmitieron la misma sensación: hubiera querido que nunca terminasen, sentí que también había vivido ese baile o ese viaje; creo que no puedes evitar identificarte con algún personaje o alguna de las escenas de la película. La música, las emociones y los sentimientos traspasan la pantalla y te invaden, atrapándote, atrapándome para siempre.
Laura Donada
Me he decantado por dos escenas totalmente diferentes que salieron a flote y brillaron con luz intensa cuando me puse a ver la película con la mirada que me había pedido Bea. Se plantaron delante de mí con tanta contundencia que tuve que escucharlas.
Lejos de ser dos escenas aisladas (dentro de lo que pertenecer a la misma película les permite estar aisladas a dos escenas cualesquiera), creo que lo que me llamó la atención fue la fuerza que adquieren ambas al enfrentarlas entre sí. La rotundidad de que somos motas de polvo y, al mismo tiempo, elefantes en un mundo de hormigas.
“Dos contrastes que retratan nuestras vidas, nuestra forma de habitar el espacio; lo relativo que es todo, lo difícil que hacemos a veces cosas tan sencillas.” — Laura Donada
La primera escena es cuando Elio y Oliver van al pueblo en bicicleta y se paran delante del monumento de la Primera Guerra Mundial, cuando hablan alrededor del perímetro uno frente al otro y Elio abre la caja de Pandora.
Me llama muchísimo la atención de esa escena todo lo que acompaña al momento. Si os fijáis, todo a su alrededor es bastantes esquelético, plano, incluso vacío: la plaza es una especie de solar sin árboles ni nada, la escultura carece de florituras, la terraza del bar está vacía, la luz es uniforme, la ropa que llevan es sencilla, de colores básicos, e incluso las bicis en las que van montados son elementos ligeros, como efímeros (el tema de la ligereza de las bicis me llama mucho la atención en la peli, pero ese da para otro post).
En esa ausencia, ellos cobran mucho protagonismo y la escena se basa en sus gestos, en su persona. Ellos se hacen muy presentes y la valla que los separa es una metáfora para mí interesante de la cantidad de obstáculos que se interponen entre ambos. No ha pasado nada todavía, pero la bola es grande. Su historia aún es pequeña, pero ellos se sienten pesados.
En contraposición, la otra escena que he elegido es su excursión a las cataratas porque es justamente lo contrario. Un paisaje imperante, enorme, repleto de naturaleza, que nos recuerda lo pequeños que somos.
Ellos se funden en el paisaje pese a que su historia es infinitamente mayor que cuando estaban en la plaza. Pese a ser dos seres humanos rebosantes de vida, de amor, de felicidad, son, sin embargo, seres mucho más pequeños que en aquella plaza, recordándonos que pese a las historias que nos llenan somos gotas de agua en el universo. No somos nada.
Una narrativa muy simbólica que retrata dos contextos totalmente diferentes que acompañan perfectamente a la historia: el pueblo, las tradiciones, la presencia de los otros, en donde ellos tienen que guardar las apariencias, en contraposición con un paisaje libre, naturaleza pura, donde pueden gritar, correr, sentir sin límites y sin miedo al juicio.
No sé, me da qué pensar. Dos contrastes que retratan nuestras vidas, nuestra forma de habitar el espacio, lo relativo que es todo, lo difícil que hacemos a veces cosas tan sencillas, lo grandes que nos hacen nuestras gravedades y, pese a ello, lo pequeños que somos en el devenir del mundo cuando nos sentimos libres. Ojalá todos y todas encontráramos mucho más a menudo esas cataratas en nuestras vidas por las que avanzar livianos pese a todo.
La verdad es que una vez que te pones a ver una película con las “gafas fotográficas” empiezas a encontrar detalles que aportan por todos lados. Ha sido un placer disfrutar de Call me by your name con vosotros, con Andy y Laura. Muchísimas gracias a ambas por lanzaros sin pensarlo.
Y si os gusta este tipo de visión sobre fotografía, en la que aprender a componer pero también a dotar de sentido lo que fotografías, disfrutaréis mucho de los cursos de Composición fotográfica y Diarios de familia. No os olvidéis que ahora, además, podéis llevaros los dos con un 25% de descuento si los compráis a la vez y montáis un Summer Camp con ellos.
Espero que hayáis disfrutado del post.
Ays, estoy con vosotras. “Call me by your name” es para mi junto a “Una habitación con vistas” una de las películas( a parte de su maravillosa historia , dirección e interpretación) con una fotografía increíble , la casa, las excursiones por el pueblo, las reuniones familiares en torno a la mesa, la piscina, la fiesta…. Una maravillaaa!!
Gracias porque cada semana vuestro post es una inyección de creatividad, inspiración y felicidad por apreciar los pequeños detalles de la vida.
Vi esta película durante el confinamiento y aunque me gustó la temática, el trasfondo de la historia, los sentimientos y me transportó a un verano que no llegaba me pareció un poco lenta.
Gracias a este post he descubierto detalles que me habían pasado desapercibidos, detalles que enriquecen y dan aún más sentido a la historia. Estoy deseando volver a verla para hacerlo desde otro punto de vista y con las “gafas fotográficas”.
No he podido disfrutar más de este delicioso post! la película me entusiasmó, la he “revisitado” varias veces y la última con mi hija de 17 años y siempre, siempre destaco precisamente la fotografía de esta peli que le da aún mayor profundidad a la historia , al contexto y a los personajes. Leyéndoos ahora aún me parece más bonita si eso es posible, habéis conseguido embellecerla más y poner en valor estos detalles. Lo de los colores me ha fascinado y las miradas… Gracias!
Me encanto, le dan una sentido especial al expresarse de la fotografía de esta Película, si ya la observaba muy hermosa, ahora aún más , muchas gracias por compartir y me veré de nuevo la película con esa perspectiva