La Real Academia Española define la procrastinación como el hecho de “Diferir, aplazar”. Una palabra que, incluso sin saber su significado, muchos de nosotros aplicamos inconscientemente: dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy, haciendo justo lo contrario de lo que nos dice el sabio y popular refrán.
Un lastre sobre el que ya se ha teorizado, por ejemplo por parte de Eliyahu M. Goldratt, que lo relacionó con el ‘síndrome del estudiante’, ese que nos lleva a hincar codos solo unas horas antes del examen.
Pero conviene no tomarse a la ligera este problema, pues podría estar escondiendo otras debilidades de nuestra personalidad o incluso llevarnos a trastornos aún mayores.
1. La procrastinación, un problema real
No es descabellado decir que todos, en mayor o menor medida, somos procrastinadores.
Pero como todo en la vida, si es en exceso, resulta verdaderamente perjudicial. El psicólogo William J. Knaus, uno de los autores que más ha publicado sobre el tema, relaciona a este tipo de personas con problemas de índole psicológica.
Por ejemplo, el miedo al fracaso, que el procrastinador trataría de ocultar mediante la acción de posponer sus acciones, alegando falta de tiempo y sirviéndole así de excusa.
La ansiedad también puede ser una desagradable compañera de los procrastinadores, atenazándoles e impidiendoles llevar una hoja de ruta hacia la consecución de sus objetivos.
Rabia, impotencia o déficit afectivo son otras ideas que este autor relaciona con el mal hábito de aplazar.
2. Trucos para vencer la procrastinación
Pero como en H!C no somos muy amigos de tales catastrofismos, preferimos verlo desde una óptica más optimista. Y nada mejor que recuperar uno de los posts publicados anteriormente sobre este tema para agarrar el toro por los cuernos y dejar de procrastinar de una vez por todas.
a. Ser positivos
Ante todo, hay que ser positivos. Es mejor animarse haciendo un repaso de lo que ha dado tiempo a hacer, en vez de centrarse en lo que no ha dado tiempo a completar. Adiós a frases como “qué poco me ha cundido la mañana” y hola a otras como “hoy he hecho todo lo que he podido”.
b. Utiliza métodos de productividad
Pero no todo se soluciona con buenas intenciones. También hay que usar la cabeza en este asunto, por ejemplo poniendo en práctica métodos de productividad.
Como se indica en el mencionado post, Pomodoro y Freedom son algunas de las posibilidades, pero cada uno puede elegir el más adecuado para sí mismo, ayudándonos de aplicaciones como Stayfocused o Rainy Mood.
c. Apps para organizar tus tareas
Y muy relacionado con la productividad es la organización de las tareas, para lo cual también hay muchas apps a nuestro alcance: desde Evernote, Notion a Remember The Milk entre otras.
Eso probablemente nos llevará a ver con otros ojos una de las palabras malditas para muchos: la ‘rutina’. Pero la rutina, bien entendida como un compromiso consigo mismo para mejorar la productividad, puede darnos muy buenos resultados en nuestras tareas cotidianas, especialmente a nivel de trabajo o estudios. Porque, dicho de otra manera, la rutina es la antítesis de la procrastinación.
Y vosotros, ¿cómo se os da lo de procrastinar? ¿dejáis para lo último aquello que más trabajo os cuesta o, por el contrario, intentáis dejarlo hecho antes que cualquier otra cosa?
