A falta de una, hoy venimos con tres rutinas creativas de tres de nuestros profesores: Nieves Alvarez (@diasdevinoyrosas) fotógrafa de bodas y profesora de Fotografía de Bodas, Gonzalo Manera (@gonzalomanera) fotógrafo yvideógrafo de deportes, y profesor de Video con móvil; y Bea Gaspar (@conbotasdeagua), co-fundadora de Hello!Creatividad, fotógrafa de estilo de vida y profesora de nuestros cursos Diarios de familia y Fotografía con móvil.
Tres estilos y tres formas de trabajar muy diferentes que, sin embargo, tienen algo en común.
Sus rutinas creativas son diferentes, pero a la hora de trabajar los tres tienen algo en común: una buena pantalla ProArt de Asus; bien de color, regulable para adaptarse a cualquier posición y que cuide de sus ojos en las largas jornadas de edición.
Bueno, tienen en común la pantalla… ¡y la buena música!
Vamos con sus rutinas creativas:
Nieves es: Metódica.
Mis rutinas creativas comienzan a la vez que mi día: preparándome un café. Sonará a cliché, pero el pequeño ritual de verter el agua sobre el café en círculos, esperando a que gotee en la jarra, me ayuda a comenzar el día con calma y a prepararme para la jornada. Café en mano, respondo los e-mails del día, busco un nuevo episodio de mis podcast de cabecera o un poco de música, abro Lightroom Classic y comienzo a trabajar seleccionando y editando fotografías.
Es en la edición donde entra en juego la importancia de tener un monitor profesional que nos muestre las imágenes de la forma más fidedigna posible. Como fotógrafa, no puedo controlar las pantallas en las que mis clientes verán mi trabajo (¡ojalá pudiera!), pero sí puedo procurar editarlas desde un monitor que me ofrezca los colores y el contraste más realistas posibles. De esta forma me aseguro de estar viendo un resultado final correcto y también de cómo quedarán impresas una vez envíe las fotografías a imprenta.
Antes de que me planteara dedicarme profesionalmente a la fotografía, publiqué una imagen en Flickr que yo veía en tonos azules. Poco después, un usuario me escribió para decirme que le encantaban los tonos amarillos de mi imagen. Me di cuenta de que estaba editada en un portátil de mala calidad, de cuyo monitor no podía fiarme, que no me ofrecía un control sobre cómo vería la imagen el resto del planeta. Aprendí rápido la importancia de tener un buen monitor calibrado.
El monitor Asus ofrece muchas opciones de configuración para adaptarlo a tu gusto, tanto a nivel ergonómico (importante cuando trabajas muchas horas con él) como en sus modos de pantalla y opciones. Esto último viene genial para poder calibrarlo con mayor precisión. Para ello, utilizo regularmente un calibrador profesional.
Esta técnica me ayuda a recordar que es importante hacer descansos de la pantalla y de la silla, y también a concentrarme más en el trabajo. Ningún mensaje de WhatsApp, aunque sea de trabajo, es tan importante como para necesitar respuesta en menos de 25 minutos, así que deja el móvil tranquilo y ¡concéntrate!
Gonzalo es: Todoterreno.
En mi trabajo como fotógrafo y videógrafo me toca pasar muchas horas delante del ordenador; por eso, una buena pantalla es una herramienta imprescindible. Por un lado, un monitor calibrado y con una buena reproducción del color hace que el resultado de todo el trabajo sea óptimo y se vea perfectamente en cualquier soporte que utilice el cliente. Por otro, debe ser cuidadoso con mi vista para que pueda seguir trabajando de esto muchos años.
Esta actividad casi constante, sumado a una pantalla grande y amable con mis ojos, me hace ser más productivo y poder volver a salir a grabar o fotografiar deporte, que es de verdad lo que me gusta.
Bea es: Imprevisible.
No tengo muchas rutinas establecidas y cada día es diferente para mí. Lo único que es inamovible es comenzar el día con un buen desayuno; a ser posible con arándanos. Prepararme el café (uno bueno, fundamental) es de las cosas que, sin duda, forman parte de lo que podría denominarse rutina. Es uno de los momentos en los que más lucidez tengo y en los que, a menudo, me vienen buenas ideas. Será porque es de los pocos momentos que me tomo para “no pensar”.
Cuando tengo que hacer algún trabajo mecánico, que no requiera mucha creatividad, cojo el café y voy directa al ordenador. Sin embargo, cuando necesito pensar ideas nuevas para proyectos nunca consigo hacerlo sentada delante del ordenador.
Otra cosa que me encanta hacer, es ir a pasear a El Retiro o dar una vuelta por Madrid. Bueno, en realidad todo lo que sea ir andando va conmigo. Voy fijándome en todo: luces, sombras, carteles, tipografías, gente, localizaciones, conversaciones… Y voy haciendo fotos de lo que me llama la atención y anotando cosas en mi pequeña libreta.
Cuando tengo que escribir o editar fotos, la verdad es que cuando más me gusta hacerlo es por la noche, cuando ya todos duermen y hay paz y tranquilidad, solo comparable a cuando una madruga muchísimo. Trabajar a esas horas tiene menos distracciones porque tanto WhatsApp como el e-mail están en silencio. Además, al hacerlo, me gusta ponerme música o algún podcast interesante. Este verano edité toda una sesión escuchando un episodio detrás de otro del podcast de Coco Dávez: “Participantes para un delirio” y de Hotel Jorge Juan.
Cuando me pongo a editar de día, me levanto de la silla menos de lo que debería y, cuando lo hago, es para estirar, sentarme un rato a jugar con Kenya o perderme entre libros de fotografía. Otro de mis rincones favoritos.
Lo que sí tengo claro es que dentro de mis rutinas, cuando necesito aprovechar bien el tiempo, el móvil debe estar lo más lejos posible. Os suena, ¿verdad?
Post escrito en colaboración con ASUS