Uy, uy, uy… ¡Qué filosóficos venimos esta vez!
Antes de nada, vamos a aclarar alguna cosilla. Leer este post no va a hacer que te encuentres a ti mismo ni que traces un camino vital a seguir a partir de hoy. No obstante, leerlo sí que te puede ayudar a saber un poquito más respecto al tema y a desmitificar ciertas ideas a las que estamos expuestos continuamente sobre conceptos como talento, don y pasión.
1. ¿Cuál es mi don?
Seguramente hayáis escuchado varias veces que todos tenemos un don. Nada más lejos de la realidad, pero tomarnos la frase al pie de la letra puede llegar a ser contraproducente. Parece que todos nacemos con un don único e inmutable que nos acompañará para siempre, pero ¿por qué sólo uno? ¿por qué nacemos con él? ¿por qué para siempre?
Es cierto que hay personas que, por una serie de factores como la genética, el lugar de nacimiento y sus compañías, son capaces de desarrollar uno o varios talentos desde muy pequeñas, pero pensar que son inalcanzables y que nunca podremos llegar a hacer las cosas “tan bien” como ellas por el simple hecho de no haber nacido con ese don es ponernos límites a nosotros mismos.
¡Ojo!, no estamos hablando de competitividad, lo que queremos decir es que depende de nosotros (y no de cómo hayamos nacido) el desarrollar un talento si ello nos hace sentir bien.
2. ¿Qué es lo que me gusta?
Ahora bien, puede que lo que realmente te estés preguntando no sea cuál es tu talento o don, sino qué es lo que te gusta.
Parece algo muy tonto, pero es más común de lo que nos pensamos. Tenemos tantas cosas en la cabeza y estamos expuestos a tantos estímulos a lo largo del día que difícilmente nos paramos a pensar en qué es lo que realmente nos apetecería hacer.
Para salir de ese bucle, puedes llevar a cabo un ejercicio de autoanálisis muy sencillo y hacerte las siguientes preguntas (sin limitaciones ni prejuicios, ¡sé totalmente honesto contigo mismo!):
- ¿Qué cosas sé hacer de forma natural y sin esfuerzo?
- ¿Qué cosas hacen que pierda la noción del tiempo y entre en estado de “flow”?
- ¿Qué estaría dispuesto a hacer sin que me pagasen?
- ¿Qué me encantaba hacer cuando era un niño?
El objetivo de contestar a estas preguntas es identificar talentos que quizá no hayas tenido nunca en cuenta porque te hayan parecido obvios o absurdos, pero de los que puedes sacar mucho partido tanto a nivel personal como profesional.
3. ¿Cuál es tu pasión?
¿Qué palabra tan potente verdad? ¡Pasión!
Muchas personas piensan que algo no es lo suyo porque, aunque les guste, no se sienten tan apasionadas como otras personas con las que se comparan, pero éste no es más que otro de los muchos mitos que consiguen distanciarnos de lo que nos gusta hacer.
Muchos psicólogos sostienen que en la mayoría de los casos la pasión no surge de la nada, sino que nace y va creciendo a medida que una persona dedica más tiempo a una determinada actividad. Es decir, un niño no sentirá pasión por la fotografía desde la guardería, sino que irá disfrutando cada vez más de ella a medida que aprenda más y más sobre el tema (y es que, para poder desarrollar un talento, un don o una pasión, el trabajo es imprescindible).
4. ¿Debo trabajar de mi pasión?
Finalmente, ha aparecido la pregunta del millón. Antes de nada, tenemos que decir que nosotros no tenemos la respuesta. Cada persona es la encargada de tomar sus propias decisiones en función de sus circunstancias, ya que dar una respuesta universal sería simplificar demasiado el complejo mundo en el que vivimos.
Lo único que nos gustaría destacar aquí es que, trabajes o no de tu pasión (o simplemente a lo que te gusta), siempre podrás dedicarte a ello en tu tiempo libre o incluso de una forma profesional sin renunciar a tus otros trabajos.
Recuerda que es a ti, y nada más que a ti, al que le corresponde construir su estilo de vida.
Gracias por el articulo ,,Esta muy bien redactado y me ha ayudado